Refugios: por qué hay que hacerlos, y bien, para que sea sustentable la tecnología Bt.

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La biotecnología significó un nuevo paradigma en la producción agrícola. En el caso del cultivo de maíz, en 1998 se lanzaron los primeros híbridos Bt en la Argentina, con resistencia a los principales insectos lepidópteros que causaban daños en los cultivos, como el barrenador del tallo, el gusano cogollero y la oruga o isoca de la espiga.

Para no perder los beneficios de esta tecnología, ante la aparición de insectos resistentes, es necesario implementar un refugio en cada lote; es decir, una porción del campo sembrado con un híbrido sin proteína Bt, de ciclo similar.

Según Fabiana Malacarne, responsable del Programa Manejo de Resistencia de Insectos de la Asociación Semilleros Argentinos (ASA), “se hace el refugio para que allí se puedan criar insectos susceptibles y, con ello, siempre tener a los resistentes con una proporción muy baja para que no hagan daño”.

Agrega que “es una manera de alargar la vida útil de la tecnología porque la resistencia es algo natural y, más tarde o más temprano, va a suceder, pero nosotros queremos que sea lo más tarde posible”.

En maíz, el refugio debe representar un 10% del total del lote y estar separado a no más de 1.500 metros de la última planta Bt.

“Las recomendaciones básicas son monitorear durante todo el ciclo. Si en el refugio se ve que hay entre 10% y 20% de plantas con daño de cogollero, se recomienda hacer no más de dos aplicaciones de insecticidas”, aconseja la experta.

Además, detalla que “hay ensayos que demuestran que si no se hacen más de dos aplicaciones hasta un estadio V8 aproximadamente, hay insectos suficientes para funcionar como refugio, sin pérdidas de rendimiento. Siempre recomendamos que en el refugio se apliquen insecticidas de baja persistencia”. 

 

Más allá de los cuidados que deben hacerse durante el cultivo, la responsable del Programa de Manejo de Resistencia de Insectos de ASA indica otras pautas de manejo: “Durante el barbecho, en los lotes que están enmalezados o vienen de un cultivo de cobertura, por ejemplo, se debe hacer un monitoreo de insectos para ver si hay cogollero, fundamentalmente, y aplicar insecticidas antes de comenzar la siembra”.

La toma de conciencia de los productores sobre las ventajas de hacer refugios se demuestra en números.

Malacarne comenta que “tuvimos hace poco una grata sorpresa, porque de acuerdo con una encuesta de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires sobre tecnología aplicada en maíz, pasamos un 22% de refugio bien hecho a nivel país en la campaña 16/17 a un 33% en la temporada 17/18”.

Y agrega que “todavía queda mucho por hacer, pero esto nos demuestra que todo el trabajo de difusión que estamos haciendo, funciona”.

Está claro que, así como protege a los cultivos de sus principales amenazas, la biotecnología también necesita que la cuiden. Y los productores tienen un rol clave en esa tarea fundamental.

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